La noche del domingo 6 de julio se tiñó de verde, blanco y rojo en el NRG Stadium de Houston, donde México doblegó 2-1 a Estados Unidos y se proclamó campeón de la Copa Oro por décima ocasión, consolidando su hegemonía en Concacaf y llenando de confianza a sus aficionados de cara al Mundial 2026.

Del susto al orgullo

El duelo comenzó con sobresalto para el Tri, cuando Chris Richards adelantó al equipo de Mauricio Pochettino al minuto 4 tras un certero cabezazo. Pero el conjunto dirigido por Javier Aguirre reaccionó con solidez: Raúl Jiménez igualó en el 27 con un potente zurdazo tras una elegante media vuelta que también sirvió como homenaje al fallecido Diogo Jota, su excompañero en Inglaterra.

Edson Álvarez, héroe en la redención

El gol de la victoria llegó en el 77’, cuando Edson Álvarez remató de cabeza un balón peinado por Johan Vásquez. El tanto fue inicialmente anulado, pero tras revisión del VAR desató el éxtasis de los más de 70 mil hinchas mexicanos presentes. El capitán celebró con emoción, cerrando así un ciclo marcado por lesiones y desafíos personales.

Voces desde el banquillo

Javier «Vasco» Aguirre valoró la entrega de su equipo: “Recuperamos un lugar preponderante en la región. El Mundial será la gran prueba”. Por su parte, Pochettino atribuyó parte de la derrota a la falta de apoyo en las gradas: “Necesitamos a nuestra gente. El entorno nos pesó más de lo previsto”, señaló en medio de una creciente presión sobre su gestión.

Un triunfo con sabor a futuro

Este triunfo, sumado a la victoria en la Liga de Naciones en marzo, marca un cierre triunfal para México en el ciclo previo al Mundial que coorganizará con Estados Unidos y Canadá. Y en un país donde la comunidad mexicana vive bajo sombras políticas, este triunfo fue también un grito de alegría y unidad desde las gradas.