Con trabajo y disciplina, Mario Abadía le dio otro giro al fútbol femenino hondureño
*** El profesor Abadía encabezó un proceso de reconstrucción para trabajar de forma profesional sin improvisación.
*** Honduras comenzó a competir mano a mano frente a selecciones históricamente superiores.
El fútbol femenino en Honduras inició un proceso real de reconstrucción y estructuración a partir de mayo de 2024, con la llegada del profesor Mario Abadía, exmundialista y exasistente técnico de las selecciones femeninas de Colombia que participaron en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023, donde finalizaron en el quinto lugar del mundo, integrando uno de los diez mejores cuerpos técnicos a nivel internacional.
Junto a él se incorporó Sandra Salamanca como asistente técnica, asumiendo el reto de construir todas las selecciones femeninas del país.

Cuando comenzó el proceso, el panorama era crítico. No existía una estructura definida, no había selecciones consolidadas ni un modelo metodológico.
Las jugadoras carecían de fundamentos técnicos y tácticos básicos. El trabajo inició literalmente desde cero.
Entre mayo de 2024 y diciembre de 2025, se desarrolló un proceso sostenido de observación, microciclos, formación y competencia, basado en una metodología de construcción desde las bases hacia la selección mayor, con un enfoque claro en formar jugadoras físico-atléticas, entendiendo las exigencias del fútbol moderno.
Sub-17: el primer quiebre del proceso
En enero de 2025, la selección Sub-17 disputó la primera fase del Premundial, logrando 9 puntos de 9 posibles y ningún gol en contra, clasificando a la fase final rumbo al Mundial Sub-17. En esa etapa, Honduras enfrentó a Estados Unidos, El Salvador y Trinidad y Tobago.
Ante El Salvador se logró un empate 1-1, rompiendo un histórico patrón de goleadas. Frente a Estados Unidos, potencia mundial, el marcador fue 7-0, aunque Honduras sostuvo el empate sin goles durante el primer tiempo.
Con apenas 24 horas de recuperación, la selección venció 2-1 a Trinidad y Tobago, demostrando carácter, resiliencia y crecimiento competitivo.

Sub-20: una transición necesaria
Ese mismo grupo de jugadoras Sub-17 fue promovido rápidamente a la selección Sub-20, que compitió meses después en el torneo clasificatorio ante Puerto Rico, El Salvador y las Islas Vírgenes.
Honduras afrontó este torneo con un plantel conformado mayoritariamente por futbolistas Sub-17, debido a la ausencia de fútbol femenino profesional en el país.
UNCaf Sub-16: competir ante los más fuertes
Como parte del proceso, Honduras participó en el torneo UNCAF Sub-16, con jugadoras que serán Sub-17 el próximo año. Integró uno de los grupos más exigentes del torneo, enfrentando a Puerto Rico, Costa Rica y Panamá, selecciones con años de inversión y estructura en el fútbol femenino.
Honduras perdió 2-0 ante Puerto Rico, una selección compuesta en un 70–80 % por jugadoras formadas en Estados Unidos, en un partido parejo donde Honduras tuvo opciones claras para empatar. Posteriormente cayó 1-0 ante Costa Rica, reciente participante en el Mundial Sub-17, y 1-0 frente a Panamá, selección que venía de una gira internacional en Europa.

A pesar de las derrotas, Honduras mostró orden, carácter y competitividad, recibiendo solo tres goles en esos encuentros. El torneo se cerró con victoria 4-0 ante Belice.
Este UNCAF evidenció un cambio claro: Honduras dejó de ser una selección goleada y comenzó a competir mano a mano frente a selecciones históricamente superiores.
Selección mayor: partidos internacionales y eliminatoria mundialista
Dentro del proceso, varias jugadoras Sub-17 y Sub-20 fueron integradas a la selección mayor, que disputó partidos internacionales ante República Dominicana, una selección consolidada, con futbolistas profesionales en España y Estados Unidos.
En el primer encuentro, Honduras cayó 4-2, resultado que permitió realizar ajustes tácticos. En el segundo partido, la selección nacional logró una victoria 1-0, con un gol anotado al minuto 4, sosteniendo el resultado durante todo el encuentro.

Este partido evidenció orden táctico, manejo de los momentos del juego, fortaleza mental y oficio competitivo.
Posteriormente, con apenas tres días de preparación, la selección mayor afrontó partidos de eliminatoria mundialista, incluyendo encuentros ante El Salvador, una selección conformada en un 95 % por jugadoras profesionales, con futbolistas que militan en la Liga MX, ligas europeas como Italia y el fútbol universitario y profesional de Estados Unidos.
Honduras, en contraste, contó únicamente con tres jugadoras profesionales, pero compitió con un grupo joven que entiende el proceso y el contexto estructural del proyecto.
Las jugadoras que sostienen el proceso
Este proyecto se sostiene gracias a un grupo de futbolistas que han asumido el liderazgo, el compromiso y la comprensión del proceso a largo plazo.
Jugadoras como Bárbara Murillo, Madeline Nieto, Denise Santos, Alejandra Puerta, Débora Tobías, Johanna Spinell, Carla Cálix, Larisa Arias y Rixi, junto a otras jóvenes en transición, respaldan el trabajo del profesor Mario Abadía y su cuerpo técnico.

Ellas entienden que este no es un proyecto de resultados inmediatos, sino una estructura pensada al 2030, en un país donde no existe fútbol femenino profesional y donde la única forma de crecer es competir, formar y sostener procesos.
Proyección al 2030
Este texto resume el trabajo realizado hasta diciembre de 2025. Un proceso que busca que estas mismas jugadoras —hoy Sub-17, Sub-20 y jóvenes mayores— lleguen competitivas, estructuradas y con experiencia real a la eliminatoria mundialista de 2030, acumulando partidos internacionales, UNCAF, premundiales y eliminatorias.

Con el respaldo de la Federación Hondureña de Fútbol, el fútbol femenino hondureño muestra hoy una evolución clara. Más allá de los resultados inmediatos, lo que se evidencia es un proyecto serio, estructurado y con visión de futuro.
El fútbol femenino en Honduras ya no es improvisación.
Es construcción, identidad y proceso.

