¿Qué pretende China con Guatemala, país amigo de Taiwán?
Por Pedro Isern (director ejecutivo de CESCOS)
En la última semana, el régimen chino ha detenido en distintos puertos embarques de café y nueces de macadamia provenientes de Guatemala sin ninguna explicación.
Este hecho sucede en los mismos días en que el canciller de este país asistía a la asunción del nuevo presidente de Taiwán, acontecida el pasado 20 de mayo.
Esta situación es un ejercicio de chantaje que busca amedrentar no solo a Guatemala, sino a toda la región. Surgen así tres preguntas: ¿cómo responder en el corto plazo ante este chantaje? ¿Cómo visibilizar este sistemático modus operandi de Beijing? Y, por último, ¿cómo podemos intentar articular una respuesta colectiva regional-continental ante una estrategia de segmentación que, hasta ahora, le ha funcionado al régimen chino, particularmente en América Central?.
Hay actores pro-chinos que han utilizado el arbitrario incidente comercial para remarcar que China es la segunda economía del mundo y que, consecuentemente, Guatemala debe cuidar esa relación económica. Cabe destacar que Guatemala exporta apenas 82 millones de dólares anuales a China continental, mientras Beijing exporta 5.580 millones de dólares a Guatemala. Es una asimetría enorme, con pocos antecedentes en el mundo.
China continental envía así su clásico mensaje a las democracias pequeñas y medianas: somos una economía grande y un régimen despótico, por lo que para un país como Guatemala es preferible romper con Taiwán para evitar que se repitan situaciones como las que han sucedido en los últimos días con las mercaderías guatemaltecas en los puertos chinos.
Es importante detenerse en este explícito amedrentamiento realizado por el régimen chino: mientras pretende dar un mensaje a Guatemala y a la región, es necesario notar que nos está informando al resto que su manera esencial de relacionarse con el mundo es a través de la permanente arbitrariedad. Es un régimen arbitrario principalmente con los países medianos y pequeños, pero, básicamente, desprecia las reglas del juego claras con quien sea, apenas pueda. Por ejemplo, Beijing presionó a Honduras para romper relaciones diplomáticas con Taiwán, prometiendo, entre otras cosas, la compra de camarón. Honduras estableció relaciones con China continental en 2023, pero las promesas no se cumplieron. La arbitrariedad es el mensaje. En este caso, el desprecio se maneja a través de la arbitrariedad. Lo mismo le ocurrirá, llegado el caso, a Guatemala. Lo mismo le ocurre y ocurrirá al resto de la región. Esto significa que no es en absoluto conveniente profundizar relaciones comerciales con un país que explícitamente muestra su desprecio a las reglas y lo hace para mandar una señal, en este caso a Guatemala, pero a través de ella al resto de la región.
Así, esta crisis es una oportunidad. Si los países de América Latina comprenden que el ejercicio brutal del miedo puede presionar en el corto plazo, pero genera incertidumbre y crecientes costos en el mediano y largo plazo, será posible pensar este penoso amedrentamiento que hoy sufre Guatemala como un mensaje de un régimen que nos está informando explícitamente que modificará las reglas de juego cuando le sea conveniente. Las supuestas ventajas comerciales de hoy son los crecientes costos institucionales y morales de mañana. Más aún, esos costos institucionales y morales en el mediano plazo se transformarán también en pérdidas comerciales en el mediano-largo plazo. En definitiva, esta arbitraria detención de bienes guatemaltecos en los puertos de China sucede en un momento de la historia que, retrospectivamente, puede y debe ser pensado como el largo plazo de aquel momento, a finales de la década de los noventa y comienzos de la primera década del siglo XXI, donde la mayoría de los países del mundo privilegiaba el corto plazo de comerciar con China debido a los enormes beneficios comerciales que ello suponía. El largo plazo ha llegado y se presenta de distintas formas.
Queda pendiente preguntarnos sobre el rol de los Estados Unidos en este tipo de presión sistemática que ejerce hoy China sobre Guatemala y que ha ejercido en el pasado reciente sobre Costa Rica, Panamá y, entre otros países, República Dominicana. Para las democracias liberales en la región y para Occidente en general, es imprescindible que los Estados Unidos se involucren explícitamente en este tipo de situaciones. Washington debe en forma clara asegurar a Guatemala que esas potenciales pérdidas económicas serán con creces recompensadas por la importación por parte de los Estados Unidos de esos y otros productos. De la misma manera, es clave que Washington se involucre en los SWAPS de monedas que ha hecho Argentina con China durante el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández (2019-2023). El Banco Central de China amenaza con no prorrogar un crédito de 5000 millones de dólares si el nuevo gobierno argentino no demuestra un acercamiento con Beijing. Allí es evidente el rol que debe tomar Washington: buscar que China intente cobrar el crédito para poner en aprietos a Argentina y, posteriormente, facilitar a Buenos Aires ese dinero.
El 23 de mayo, el gobierno de Guatemala expresó que no recibió una explicación oficial por parte del gobierno chino: “En los últimos días, clientes y brokers (corredores de negocios) en China continental han informado a productores y exportadores de café y macadamia que los envíos procedentes de Guatemala serán retenidos en los puertos del país asiático debido a una prohibición impuesta a las importaciones provenientes de nuestro país. Hasta el momento no se ha localizado la notificación o pronunciamiento oficial del gobierno chino, pero en la práctica los corredores de los productos han pedido que se detengan los envíos y que no pueden ingresar los que se encuentran en los puertos de ese país”. El presidente Bernardo Arévalo ha especulado que este bloqueo de contenedores se debería a la relación de Guatemala con Taiwán. Según prensalibre.com, “La Cancillería china reprochó este viernes (24 de mayo) a Guatemala sus relaciones con la isla autónoma de Taiwán, al día siguiente de que el gremio exportador del país centroamericano afirmara que Beijing prohibió el ingreso a China de cargamentos de café y macadamia”. El presidente Arévalo ha demostrado coraje para enfrentar una situación compleja. El coraje y la voluntad son condiciones necesarias, pero no suficientes, que el continente debe articular en el corto plazo para enfrentar uno de los principales desafíos de la época.