Rasel pide salida de Mel Zelaya de la coordinación de Libre
*** Reavivarán la infamia de la lista Engel, y lo digo hoy con total claridad, fue promovida mediante lobby en Washington por actores de nuestro propio partido
El diputado rasel Tomé pidió al coordinador del partido Libre, ManuelZelaya, que abandone ese cargo y de espacio a otras personas, esto luego de la humillante derrota electoral.
Carta abierta al compañero Coordinador General del Partido Libertad y Refundación, Manuel Zelaya Rosales.
Tegucigalpa, M.D.C 13 diciembre 2025.
Estimado compañero Coordinador General,
Le escribo desde una profunda reflexión y con el sentido de responsabilidad histórica que las circunstancias actuales nos imponen. Su trayectoria de lucha y resistencia, que culminó con la fundación del Partido Libertad y Refundación (Libre), representa un capítulo en la historia democrática de Honduras. Reconocemos en su liderazgo un pilar sobre el cual se construyó la esperanza de un pueblo tras el golpe de Estado. Sin embargo, la dialéctica de la historia nos enseña que las estructuras y liderazgos deben evolucionar para responder a nuevas realidades.
Los resultados electorales del pasado 30 de noviembre de 2025, constituyen un llamado de atención que no podemos ignorar.
El veredicto de las urnas, es un referéndum sobre nuestra práctica política y la capacidad del partido para interpretar las aspiraciones del pueblo hondureño. La candidatura de la compañera Rixi Moncada, una técnica de incuestionable valía, fue sometida a una prueba en la que los resultados nos obligan a una autocrítica rigurosa.
Obtener un 19.30% del sufragio no refleja el capital político que Libre debe representar. Si bien fue brutal la injerencia externa del Presidente Trump por redes sociales, es una variable inadmisible en nuestra soberanía, atribuirle la totalidad de la responsabilidad sería un acto de autoengaño que nos impediría corregir nuestros propios desaciertos estratégicos.
Es en este punto donde la observación de fenómenos políticos similares en nuestra región se vuelve indispensable. El Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia ofrece un espejo aleccionador. Un proyecto político que alcanzó una hegemonía histórica, con un respaldo superior al 60% en sus mejores momentos, ha sufrido un colapso que lo ha llevado a una representación parlamentaria mínima. La causa de este colapso no fue la presión externa.
El motivo principal fue el caudillismo y la incapacidad de gestionar una sucesión de liderazgo que trascendiera la figura de un solo hombre. La pugna interna, alimentada por la personalización del poder, fracturó un movimiento que parecía invencible. La izquierda boliviana está muy debilitada al borde de la desaparición como alternativa política viable.
Este fenómeno de personalización del poder no es un planteamiento teórico; en nuestro caso se manifestó en una serie de decisiones y omisiones que han generado un profundo malestar interno en nuestras filas.
El caso de Isis Cuéllar en Copán es paradigmático: aun cuando fue expulsada del partido, continuó haciendo campaña política con nuestra bandera, mientras la candidata y la cúpula hicieron oídos sordos.
La marginación en las elecciones internas con la imposición de un movimiento hegemónico golpeando liderazgos, haciendo mención de los siguientes ejemplos: el caso del compañero Rafael Sarmiento a una sexta posición en Olancho, un líder con un capital político innegable, evidencia la falta de canales democráticos para el disenso.
El bloqueo al liderazgo de Rudo Pastor aspirante a Alcalde en San Pedro Sula, quien tuvo un notable desempeño como Ministro de la Presidencia, ilustra cómo se castiga la competencia y la capacidad.
El caso de Oved López en Francisco Morazán, quien ha visto limitadas sus posibilidades de avance político dentro de la estructura partidaria y la compañera Silvia Ayala en Cortés, así como miles de casos similares de dirigentes a nivel nacional que han sido relegados, la falta de atención a las bases del partido, en fin podría escribir dos libros describiendo esta situación. Pero estos no son incidentes aislados, son síntomas de un modelo de conducción que rechaza la crítica, reprime la renovación y castiga a quienes cuestionan las decisiones de la cúpula.
Muchos dirigentes de base, así como liderazgos de alcaldes y diputados en nuestro partido susurran en privado lo que hoy me atrevo a articular en público: es tiempo de una renovación estructural.
El temor de ser aplastados por su forma de operar a lo interno del Partido, con esa actitud de que estás conmigo o contra mí, vienen a mi mente muchos recuerdos de todo el trabajo juntos por más de una década, hombro a hombro construyendo este proyecto popular.
Su liderazgo fue clave; pero el tiempo de guardar silencio llegó a su fin. Mi compromiso es con el pueblo y la militancia de mi amado Partido Libre, compañero Zelaya; lo honro no con la parálisis del silencio, sino con la acción valiente que asegure la trascendencia del partido.
La lealtad a un proyecto político no puede ser sinónimo de obediencia ciega a una persona; debe ser un compromiso activo con los principios que le dieron origen.
Sé que esta carta desatará una campaña de descalificaciones. Sus esbirros, aquellos que confunden el partido con una persona, recurrirán al ataque ad hominem.
Dirán que soy un traidor. Reavivarán la infamia de la lista Engel, y lo digo hoy con total claridad, fue promovida mediante lobby en Washington por actores de nuestro propio partido; usted y yo lo sabemos. Pero estos ataques son el síntoma de la enfermedad que busco denunciar, no invalidan el diagnóstico.
Si el precio por expresar lo que piensa la mayoría silenciosa de la dirigencia es mi expulsión, la aceptaré con el honor de quien se mantiene fiel a su conciencia.
Lo que no podemos aceptar es el silencio cómplice mientras nuestro proyecto político se erosiona. Esta carta no es un acto de traición, sino un acto de lealtad suprema al futuro del Partido Libre y a la esperanza del pueblo hondureño.


