Un nicaragüense con tres títulos de Harvard, un logro histórico en esa universidad


*** El hijo de padres nicas es el primero en la historia de la universidad en obtener títulos de las Escuelas de Negocios, Medicina y de Política Pública

Cuando David empezó la universidad tuvo miedo y estuvo a punto de salirse. Pensó que no se graduaría. Nadie de su familia había ido a la universidad.

Era un muchacho de familia migrante que había logrado entrar a la Universidad del Sur de California gracias a una beca y a un préstamo, y se sentía fuera de lugar al mudarse a un lugar nuevo después de vivir 18 años con sus padres.

“¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién soy yo para estar en esta universidad?”, se preguntó. Pero, después de hablar con su familia y amigos, cambió de planes.

Decidió que se aplicaría como nunca, leyendo hasta dos veces cada libro de su carrera, y vio los resultados: calificaciones excelentes que le siguieron motivando hasta que se graduó.

Ese muchacho, David Velásquez, joven nicaestadounidense de 28 años, de padres nicaragüenses y nacido en California, Estados Unidos, es el mismo que logró graduarse de tres escuelas de la Universidad de Harvard a la vez: la de Medicina, la de Negocios y la de Gobierno o Políticas Públicas (Harvard’s Medical School, Business School, and Kennedy School, respectivamente).

Es el primero en obtener esta combinación de títulos en la historia de una de las mejores universidades del mundo, según los registros del Departamento de Comunicaciones de Harvard. Recién asistió a la ceremonia de graduación en la que recogió sus tres títulos: uno de médico y otros dos de las maestrías de Negocios y de Políticas Públicas.

Es el hijo de Sara Velásquez, quien recuerda aquella cita al preescolar de su hijo, a la cual asistió preocupada, cuando escuchó, sorprendida, que la maestra le dijo: “Tiene usted un genio en su familia”. El genio llegó a Harvard, dice ahora, orgullosa.

El viaje de Nicaragua con destino final a EE. UU.

La historia de David empieza con sus padres, que salieron de Nicaragua en la década de 1980, durante los convulsos años de la guerra civil y tras el derrocamiento de la dictadura de Somoza.

El padre de David, Calixto Velásquez, participó en la lucha contra el régimen somocista y, pocos años después, se unió a la Resistencia Nicaragüense, conocida como la Contra, en oposición al Gobierno sandinista, cuenta The Harvard Gazette, que destacó la historia del joven en su sitio.

Tras la guerra, en la década de 1990, con el triunfo electoral de Violeta Barrios de Chamorro y la transición democrática, Calixto salió de Nicaragua por razones de seguridad, pues temía represalias de sus antiguos adversarios. Viajó a México, donde conoció a Sara, también nicaragüense que había emigrado años antes. Ambos comparten que vienen de familias esforzadas y que no concluyeron sus estudios primarios, pues tuvieron que trabajar desde muy jóvenes.

En México, Sara y Calixto se enamoraron y empezaron una familia. Ahí tuvieron a sus dos primeros hijos, pero la meta era llegar a Estados Unidos para pedir asilo y lograr mejores condiciones de vida. Así fue que arribaron a California en 1993. «Primero fueron a una iglesia, porque no tenían adónde ir, no tenían familia o amigos en el Estado de California”, cuenta David.

Calixto debía salir a buscar trabajo “de lo que fuera”, sin documentos, con la necesidad de juntar dinero para dar un techo y comida a su familia, que pronto agregó a dos nuevos miembros, entre ellos David.

“Tuvimos bajas y subidas. Pero no nos dimos por vencidos”, cuenta Sara, quien también comparte una anécdota que reflejó la personalidad de David desde muy pequeño.

David y sus tres hermanos: Lester, Ervin y Josué. Foto: Cortesía

Ella estaba en casa preparando hot dogs cuando se dio cuenta de que no tenía salchichas. David también lo notó, salió a clases y, al regresar, le llevó a su mamá en uno de sus calcetines unos chicken nuggets (trozos de pollo empanados) que habían servido en la cafetería de la escuela como parte del menú del almuerzo. “Claro, me impactó, porque él se dio cuenta de la necesidad”, dice Sara.

David confirma que las grandes limitaciones económicas de su familia impactaron su carácter y su visión de la vida. En 2009, cuando él tenía trece años, se quedaron sin hogar. “Cuando la recesión estaba impactando a mucha gente aquí en los Estados Unidos, perdimos nuestra casa en la ciudad de Rosamond, California. No teníamos dónde ir.

Mis papás hicieron lo que pudieron, ir a un motel y dormir ahí”, recuerda. Después de jugar basquetbol, sus amigos le ofrecían llevarlo a casa, recuerda. “Siempre les decía que no, porque no quería que ellos miraran dónde estábamos viviendo. En mis caminatas al motel me dije:  ‘Wow, esto no es normal. ¿Por qué está pasando esto? ¿Qué puedo hacer?’”.

Disciplina en los estudios y el deporte

Lo mejor que podía hacer David en ese momento era darle orgullo a sus padres a través de sus calificaciones. “Quería ser un buen hijo, que mi mamá y mi papá no se preocuparan por mí y mis hermanos.

Entonces, cuando era niño, siempre que agarraba un certificado o un premio, se lo daba a mi mamá o a mi papá. Y pues miraba que se ponían felices en medio de la preocupación por el pago de la renta y las cuentas del mes”.

El joven médico comparte también que su pasión por los deportes a esa edad también tuvo mucho que ver con quien es hoy. “Aprendí cómo hacer equipo, cómo perder, cómo ganar, cómo trabajar duro para el siguiente éxito”, asegura.

Calixto y Sara, padres de David, sostienen los tres títulos de su hijo. Foto: Cortesía

Cuando llegó el momento de ir a la universidad, David obtuvo una beca y aplicó a préstamos para asistir a la Universidad del Sur de California.

A pesar de las dudas, hizo su máximo esfuerzo y se graduó con honores de la Licenciatura en Ciencias, Biología Humana, Estudios Menores de Atención Médica.

«No quiero que nadie más no pueda ir al doctor por no tener dinero»

Luego vino la meta de convertirse en médico. “Cuando era niño no pensé que iba a ser doctor. No conocía doctores, no íbamos al doctor mucho porque no teníamos seguro de salud por muchos años”. Un día se enfermó su madre, tenía fiebre, tos, un cansancio muy fuerte, pero no pudo ir al médico porque no tenían dinero ni para la gasolina del carro.

David pensó: “No quiero que nadie más, ni mi mamá ni otros en la comunidad, tengan ese problema, no poder ir al doctor por no tener dinero, por no hablar el idioma…”.

Así se puso la meta de ir a la Universidad de Harvard. Mi mamá y mi papá no tenían mucho dinero. Han tenido bastantes trabajos limpiando, en construcción, y muchos otros trabajos donde ganan el mínimo”, cuenta. Sara y David le ayudaron en lo que pudieron, luego de que David entró a Harvard en 2017 gracias a una beca y a un préstamo.

También trabajó durante algunos años como tutor de otros estudiantes y la universidad, a cambio, costeaba algunos de sus gastos de comida y estadía.

Pero, David, sintió que la carrera de Medicina no era suficiente, necesitaba otras herramientas y conocimientos para lograr su objetivo de cambiar la realidad de las poblaciones que no tienen servicios médicos en Estados Unidos, donde no hay acceso universal a la salud. “No tenía idea de que iba a hacer esto (obtener tres títulos a la vez).

Lo hice porque pensaba que, para impactar a nuestra población lo mejor que pudiera, tenía que aprender lo básico de Negocios, de Políticas Públicas y de Medicina”, comparte.

Otro episodio familiar le reforzó la necesidad de prepararse en estas áreas. Su padre tuvo un ataque al corazón en 2019, cuando él ya era estudiante de Medicina.

Con una cuenta hospitalaria de 120 000 dólares, pensó que su familia se iría a la bancarrota de nuevo, pero averiguó sobre las políticas de hospitales sin fines de lucro y cómo el caso de su padre, al tener ingresos económicos limitados, podría aplicar para no tener que pagar esa cantidad. 

Ahora, David, que es médico internista, sueña con servir como doctor a la comunidad hispanohablante. “Aquí en los Estados Unidos solo el 6% de los doctores son latinos o latinas. Es casi lo mismo también para otros grupos raciales. A mí me gustaría ser uno de esos doctores para mejorar ese número».

Pero el doctor Velásquez también quiere encontrar respuestas para que más personas en Estados Unidos tengan seguro de salud.

“Creo que cada Estado puede hacer mucho para cubrir a la población que no tiene seguro de salud usando Medicaid en muchos casos, pero en otros pueden trabajar con el Gobierno federal que provee fondos para eso”, explica David.

Gallo pinto cada mañana

Sara y Calixto se sienten satisfechos de haber inculcado a sus cuatro hijos el ser responsables, trabajadores, honrados y dedicados. «En lo que se enfoquen, que empiecen y lo terminen”, dice Sara. “Les inculcamos respeto hacia las personas, humildad”, agrega Calixto.

También les criaron con la identidad nicaragüense muy presente. En la casa, todos los días se desayunaba gallo pinto, dice Sara. Calixto comenta que siempre les ha dicho a sus hijos de dónde vienen. David cuenta que se ha interesado mucho por conocer la historia del país que siente suyo, también está enterado de las noticias y los problemas que aquejan a Nicaragua.

Tiene, además, bonitas memorias de cuando visitó Nicaragua de niño y jugó con otros chavalos parecidos a él.  “Es un país maravilloso, con mucha gente buena que conozco aquí en los Estados Unidos, pero también es un país que ha tenido y que tiene sus problemas, que debemos mejorar”, reflexiona.

La emoción de la graduación

El día de la graduación de David fue inolvidable para toda su familia. “Yo quería en ese momento gritar a los cuatro vientos lo feliz que estaba en ese momento”, dice Calixto, que admite que debía calmarse un poco debido a su condición cardíaca. “Uno por sus hijos tiene que hacer lo mejor, aunque esté en la pobreza o en la riqueza”, aconseja.

Sara dice que todavía no despierta del sueño. «Tengo unos hijos maravillosos y no tengo cómo agradecerle a nuestro Señor. Le digo a David que él es como un águila, que solo se sacudiera y que volara, y ahí está mi águila, voló donde Dios me lo puso, siendo un doctor”, afirma, con los ojos llenos de emoción.

El doctor Velásquez, publicó un hilo en la red social X que se volvió una de las buenas noticias virales de la semana en Estados Unidos y más allá. Con un alcance de nueve millones de vistas, muchos medios en inglés y español le han entrevistado.

“Creo que a la gente le gustó mucho leer que yo siempre pienso en mi familia. Además, la gente dice en Estados Unidos que tiene “el sueño americano”, pero muchos no tienen un hogar, no tienen comida y, sin todo eso, es muy difícil lograr “el sueño americano”.

Cuando miran que alguien logró algo como lo que yo hice, la gente sonríe y dice: ‘OK, pues si él lo hizo, yo puedo lograr mis metas’”.

Al ver la recepción de su historia, David sintió sorpresa, gratitud y felicidad. “Cuando estaba escribiendo el hilo y lo mandé, ya estaba llorando, porque estaba pensando en la historia de mi familia y estaba muy emocionado. Mirar que otra gente estaba también sintiéndose así, pues me puse más emocionado”.

“No hubiera logrado lo que logré sin mis padres y sin mis hermanos, que llegaron a este país, peleando duro, trabajando cada día, fines de semanas, día y noche”, refuerza David. Este logro también es de ellos.(confidencial.digital)


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