El drama de un dolor de muela en Cuba
Por: José Meléndez/ElUniversal
Cuando algún diplomático, empresario, periodista y cualquier otro profesional extranjero llega a residir en Cuba y empieza a acoplarse a las condiciones propias de la vida cotidiana en la isla, pronto alguien le suelta una precaución contundente: “¡Ni se le ocurra tener un problema dental! Haga todo lo posible por evitar un dolor de muela”.
Aunque como ciudadano del exterior, y si tiene el suficiente dinero para pagar, podrá acceder a los privilegios de clínicas estatales que son restringidas o prohibidas para los cubanos, la realidad del acceso a los fármacos e insumos médicos en Cuba es que la escasez predomina y también repercute en los centros de salud exclusivos para extranjeros y que son parte de un mecanismo de segregación o discriminación.
Por eso, los cubanos sí saben lo que es vivir el drama de un dolor de muela en Cuba. A solicitud de EL UNIVERSAL, el disidente y periodista opositor cubano Reinaldo Escobar, editor jefe del diario digital 14ymedio.com (que opera en la ilegalidad en la isla), compartió un relato sobre el calvario con una pieza dental.
“Tener un dolor de muela en Cuba es un gran problema. Cuando las personas acuden al gabinete (consultorio) dental, el dentista les dice que, si hubiera que hacer algún tipo de trabajo para reparar la muela, no hay el material para hacer el empaste”, relató.
Tras mencionar que “la solución” que el odontólogo lo que ofrece es “hacer algo que se llama una ‘curita’, con un material no definitivo”, narró que el doctor busca “eliminar primero la parte enferma, que lo hace con la máquina de taladrar”.
“Luego tapa eso, pero no es algo que sea permanente, porque dura poco. Si ya la muela no tiene cura o reparación, entonces viene el segundo problema porque hay que hacer una extracción”, señaló.
Al advertir que “para hacer una extracción (en Cuba) no hay anestesia”, planteó que “el asunto no es que ni siquiera hay anestesia: a veces ocurre que no hay guantes para que el odontólogo trabaje y tampoco hay agua en la clínica dental”.
“De manera que son muchos los problemas que se van acumulando. La salud dental en Cuba hoy es precaria. Las personas toman calmantes para aliviarse los dolores de muela. Las ‘curitas’ que se ponen, duran poco y no resuelven los problemas”, subrayó.
El dilema se agudiza en esos instantes. “Muchas personas acuden a la extracción y, claro está, eso trae como consecuencia que después las personas requieren de prótesis. Y también encontrar las prótesis en Cuba es un tremendo problema”, recalcó.
Ante el conflicto del qué hacer y mientras el dolor sigue sin aliviarse o aplacarse, “muchas personas recurren a sus familiares en el exterior. Puede ser que los parientes le manden los materiales a su familiar en Cuba para que el dentista le pueda hacer una reparación. Le mandan la anestesia, los guantes y todos los insumos”, recordó.
Pese a que en ese proceso podría estar la vía para que la persona “resuelva” con auxilio externo, surge otra controversia.
“Ocurre que todas las clínicas dentales aquí en Cuba son del Estado y, en muchas ocasiones, hay algún tipo de restricción por la que se le prohíbe al dentista trabajar con materiales que no sean los oficialmente asignados al centro de salud”, explicó.
“Eso trae como consecuencia que ni se repara la muela ni se permite que se haga algo por una opción alternativa. Y, entonces, los dentistas tienen que trabajar de manera clandestina y sin que nadie se dé cuenta de lo que están haciendo, para no ser regañados e incluso sancionados”, lamentó.
“Esa es la situación hoy con los cubanos cuando nos duele una muela”, refirió, con un tono de fatalidad, resignación, desconsuelo, ironía y destellos de humor sobre una aguda y generalizada escasez o encarecimiento de medicinas, alimentos y artículos básicos que se agravó todavía más en Cuba en 2023.
El régimen comunista cubano reiteró este año su viejo alegato de que la crisis socioeconómica interna es culpa del embargo o bloqueo económico que Estados Unidos le impuso en 1962 inicialmente por conflictos con las empresas estadounidenses que operaban en Cuba cuando se registró el triunfo revolucionario de 1959.
En un reporte que divulgó en 2022, Cuba informó que “a precios corrientes, los daños acumulados durante seis décadas” de sanciones de Washington ascienden a 154 mil 217,3 millones de dólares.
Un cálculo con el dólar frente al valor del oro en el mercado internacional mostró que el bloqueo provocó “perjuicios cuantificables por más de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares”, precisó el cálculo.
En el ámbito de las medicinas, y en específico de los materiales dentales, el gobierno de Cuba informó en 2019 que se contactó con una empresa estadounidense “para la compra de prótesis de cadera, rodilla y dentales”.
“Sin embargo, la compañía respondió que, debido al bloqueo, no están autorizados a establecer negocios con Cuba”, indicó.
En el recuento de 2022, insistió en que “el bloqueo viola el derecho a la vida y a la salud de todas las cubanas y cubanos. El impacto de esta política se refleja en el desabastecimiento de productos imprescindibles para el consumo de la población, así como las dificultades de la industria nacional para adquirir insumos necesarios para la producción de fármacos y otros servicios esenciales”.
De acuerdo con el argumento del régimen, “Cuba es capaz de producir más del 60% de su cuadro básico de medicamentos”, aunque “estos niveles no se han podido garantizar durante meses”.
El régimen se defendió con los siguientes alegatos:
+ El bloqueo impacta en la capacidad de pago de Cuba.
+ Persiste la imposibilidad de acceder a tecnologías médicas con más de 10% de componentes estadounidenses.
+ Prevalece la necesidad de recurrir a rutas de transportación alternativas con un elevado costo adicional.
+ Hay una creciente negativa de instituciones financieras y bancarias en diversos países a tramitar operaciones con Cuba, lo que ha impedido realizar las transacciones con los proveedores de estos insumos.
+ Las severas limitaciones perjudican la calidad de los servicios prestados a la población cubana, ya que se generan demoras, listas de espera para recibir atenciones médicas especializadas, incrementos en las estadías hospitalarias y otros efectos negativos.
Escenarios financieros similares se produjeron en Venezuela, cuyo gobierno acusó a EU de sus dificultades socioeconómicas por los efectos del paquete de sanciones que dictó contra Caracas en el entorno de 2014 y 2017 como represalia por el deterioro de la situación política, de libertades y derechos humanos.
Venezuela se hundió en una aguda escasez y un acelerado encarecimiento de las medicinas al menos desde 2014 por su profunda crisis política e institucional. Como en Cuba, que con Venezuela y Nicaragua forma el núcleo más radical de la izquierda de América Latina y el Caribe, un dolor de muela es un tormento social para los venezolanos.
Por el servicio de extracción de una muela en una clínica dental privada, un venezolano debe gastarse 30 dólares. Con un sueldo mínimo equivalente a 5 dólares y 17 céntimos, la cantidad son casi seis salarios base.
Para un profesor universitario de máxima categoría en Venezuela, que gana de 60 a 80 dólares al mes, la cantidad se aproxima al 50% de su ingreso mensual. El (no estatal) Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas—FVM) calculó que se requirieron 101 sueldos mínimos para comprar la canasta alimentaria familiar de abril de este año.
Las tarifas de tratamientos bucales de mayor complicación podrían costar 120 dólares en el sector privado. “Ya el venezolano tiene otra prioridad y la prioridad no es su salud bucal… a menos que sea dolor y busca la atención: con dolor se minimiza su calidad de vida”, aclaró un odontólogo venezolano que habló con este diario bajo anonimato por temor a las presiones políticas del oficialismo.
“Pero para hacerse mejorías estéticas o rehabilitaciones (de prótesis), ha disminuido muchísimo la asistencia de pacientes de sectores populares a consultas”, admitió.
Si el paciente acude a un consultorio público, se topará con la respuesta prevista: no hay insumos ni medicamentos necesarios para atenderle.
Con este panorama, al venezolano le quedará también el camino de los remedios caseros, que son famosos y proliferan en un país con numerosos estratos de la población que simpatizan con ritos de supuesta religiosidad. Una costumbre es “rezarse la muela”, con velas y oraciones ante un curandero.
También está el chimó, brea de tabaco que se mastica y con la que se logra adormecer la encía para “disfrazar” o calmar el dolor, pero con el riesgo de que las consecuencias serían más graves: la mezcla que se inserta a la boca podría causar caries y otros daños a la dentadura.
Por eso, la ruta en Venezuela se afianzó entre alimentarse o soportar el dolor de muela. (eluniversal.mx)