La flema británica de Paul Smith frente al desorden creativo de Picasso en París
Cuando le pidieron al diseñador de moda Paul Smith decorar los muros del Museo Picasso de París para reorganizar la colección permanente, decidió que más valía tomárselo con flema, y con cierto toque de humor británico.
El museo con la colección más importante de obras del pintor español decidió rejuvenecer su escenografía, y añadir nuevas perspectivas, como parte de su agenda de actividades para recordar el 50º aniversario de la muerte de Pablo Picasso.
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A sus 76 años, Paul Smith optó por darle color a las paredes, ya sea con rayas (uno de sus motivos preferidos a la hora de diseñar ropa) o con motivos que recuerdan a viejos papeles pintados, de hace 100 años.
Para la sala que presenta los mejores ejemplos del periodo azul del pintor malagueño, nada más simple que tomar un azul oscuro.
Para los motivos toreros, rojo sanguinolento. Para los arlequines, rombos gigantescos.
«Tenía carta blanca para hacer lo que quisiera en todo el museo, lo que es por supuesto fantástico, pero también terrorífico», confesó Smith a AFP.
El proyecto empezó a gestarse hace cinco años, y Smith los empleó en explorar los archivos del museo, con casi 200.000 obras y objetos de toda clase.
El resultado es una recreación visualmente fascinante del mundo picassiano, un cruce de la energía desbordante del español con la flema y la ironía de Smith, conocido por la austeridad y los toques de humor de los escaparates de sus tiendas de ropa.
Smith ha sacado a la luz entre otros objetos una serie de revistas de moda que Picasso se entretenía en adornar con dibujos, algunos procaces. Por ejemplo, pintando diablos con largos sexos junto a las figuras angelicales de modelos de ropa de los años 50.
Picasso «nunca se estaba quieto», explica Smith. «Dibujaba sobre las revistas, las servilletas, los periódicos. Pensaba constantemente en cómo crear formas», explica.
– Sillines como cabezas de toro –
En otra sala, Smith enfrenta en una pared el conocido sillín de bicicleta que recredó Picasso, ornado con el manillar dispuesto en forma de cuernos de toro, con una serie de sillines blancos en el otro lado de la sala, excepto uno, coloreado.
«La manera cómo pensaba sobre las cosas era fascinante, y muy interesante», explica el diseñador.
«Hice algo muy decorativo porque la idea es que los estudiantes y los jóvenes vengan para ver su obra bajo una perspectiva diferente», añade.
La exposición también convoca obras de otros seis artistas, incluida una pintura de la neoyorquina Mickalene Thomas en diálogo con las obras de la época de la II Guerra Mundial de Picasso.
«Para mantenerse en el mundo de la moda como una firma independiente… tienes que estar cuestionándote constantemente, reevaluando, y es por eso probablemente que me pidieron que me encargara de esta exposición», razona.
– ‘No es un mausoleo’ –
El mito Picasso, y la masiva presencia de sus obras en todo el mundo, su influencia visual, obligan a replantearse constatemente el trabajo de sus museos, explica su directora, Cécile Debray, aAFP.
«El trabajo de este museo no es servir de mausoleo para un gran hombre» agrega.
«Queremos estar abiertos a los debates y a la reflexión sobre Picasso, para reconsiderar su trabajo y demostrar su continua vitalidad», asegura.
El tono juguetón de Smith no impide sin embargo plantear temas más espinosos. La exposición esquiva las acusaciones de sectores feministas de la parte más misógina de Picasso, pero en cambio se abre a las críticas de artistas africanos.
El congoleño Cheri Samba y el nigeriano Obi Okigbo plantean esas críticas con sendas obras.
Sin embargo, Picasso mostró públicamente en numerosas ocasiones su admiración del arte denominado por entonces «primitivo».
Paul Smith cree que Picasso era simplemente un hombre abierto a todas las influencias.
«Nunca dudó en admitir que tomaba prestado de Cezanne o de clásicos como Manet» declara Smith. «Muchos creadores de hoy en día no admiten nunca sus influencias». (lanacion)
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