Lula destituye al jefe del Ejército tras asalto de Brasilia
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, destituyó este sábado (21.01.2023) al comandante del Ejército, el general Júlio César de Arruda, por una «fractura en el nivel de confianza» después de la intentona golpista perpetrada por bolsonaristas radicales el 8 de enero.
El cese supone una demostración de autoridad por parte del mandatario, quien en los últimos días había compartido públicamente sus dudas sobre la presunta actitud «connivente» de «muchos» policías y militares en el violento asalto a los tres poderes, en Brasilia.
Arruda será sustituido por el general Tomás Paiva, militar de largo recorrido, con experiencia en misiones internacionales de paz, y quien esta semana realizó una fuerte defensa del orden democrático en una ceremonia oficial.
El ministro de Defensa, José Múcio, oficializó el cambio del mando del Ejército en una breve comparecencia de un minuto junto a Paiva, en la que aludió a una «fractura en el nivel de confianza» con el comando del Ejército que era necesario «estancar» lo más «pronto» posible.
La gota que colmó el vaso
Según medios locales, la gota que colmó el vaso fue la resistencia de Arruda para despedir a un antiguo ayudante de órdenes del entonces gobernante Jair Bolsonaro, el teniente-coronel Mauro Cid, que acaba de asumir como jefe de un estratégico batallón de la ciudad de Goiânia.
Múcio hizo el anuncio oficial la noche del sábado luego de reunirse con el mandatario.
«Después de los últimos episodios (…) del 8 de enero, las relaciones sufrieron un quiebre en el nivel de confianza», dijo Múcio en el palacio presidencial de Planalto.
«Creíamos que necesitábamos detener eso para superar este episodio», agregó en alusión a la invasión y saqueo de las sedes de los poderes públicos en Brasilia por miles de simpatizantes radicalizados del expresidente Jair Bolsonaro.
El general Ribeiro Paiva, de 62 años, inició su carrera militar en 1975. Participó en la misión del Ejército brasileño en Haití, y ya desempeñó funciones en Brasilia, donde comandó el Batallón de la Guardia Presidencial y trabajó como auxiliar en la Presidencia durante la gestión del expresidente Fernando Henrique Cardoso.
Ribeiro Paiva llamó la atención esta semana al pronunciar un discurso durante una ceremonia castrense en Sao Paulo, donde señaló que los militares «continuarán garantizando la democracia». Y agregó: «Es el régimen del pueblo, de alternancia de poder. Es el voto. Y cuando votamos, tenemos que respetar el resultado de las urnas».
La discrepancia
Arruda había negado «involucramiento directo» del sector castrense en la revuelta y de acuerdo con medios locales, esa sería la discrepancia entre Arruda y el Jefe del Estado.
Lula, quien no estaba en el palacio presidencial el día de los ataques, dijo la semana pasada estar convencido de que hubo complicidad interna en la asonada en Brasilia, por la cual más de 2.000 personas fueron detenidas.
El mandatario pasó de esta manera su mensaje de desconfianza y anunció que realizaría una «revisión profunda» de su entorno más cercano en el palacio presidencial para privilegiar funcionarios de carrera civiles en vez de militares.
Lula, que derrotó por estrecho margen al ultraderechista Bolsonaro en las elecciones presidenciales de octubre, desplazó esta semana de sus funciones a 53 efectivos militares que cumplían funciones en la residencia presidencial de la Alvorada y en el palacio de Planalto.
La relación con las Fuerzas Armadas es uno de sus mayores desafíos inmediatos que enfrenta Lula, según analistas que destacan la amplia presencia castrense en la gestión de Bolsonaro, un excapitán del Ejército, como una señal de afinidad.
PT: «insubordinación inadmisible»
La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) la diputada Gleisi Hoffmann, defendió en sus redes sociales la decisión «firme» de Lula de cesar al ya exjefe del Ejército dentro de sus prerrogativas como comandante supremo de las Fuerzas Armadas, dos semanas después de la intentona golpista por parte de miles de bolsonaristas radicales en Brasilia.
«La conducta del excomandante del Ejército caracterizó una insubordinación inadmisible ante las amenazas a la democracia y el partidismo de la fuerza», denunció Hoffmann, sin ofrecer más detalles. (dw)