Este lunes por la madrugada, un nuevo hecho de violencia estremeció a la comunidad de Salitrán, en Jutiapa, Atlántida, donde fueron asesinados Santo Bernardo Vázquez Díaz, de 39 años, y su hijastro Ángel Feliberto Rivera Pérez, de apenas 13 años.

El crimen ocurrió dentro de la vivienda familiar, ubicada cerca de la carretera CA-13. Según reportes preliminares, sujetos fuertemente armados irrumpieron en el inmueble y dispararon en repetidas ocasiones contra las víctimas. En la escena se encontraron más de 40 casquillos de armas de grueso calibre, incluyendo AK-47 y pistolas 9 mm.

Las autoridades policiales acordonaron el área y trasladaron los cuerpos a la morgue de La Ceiba. Hasta el momento, se desconoce el móvil del crimen y no hay detenidos.

Violencia persistente en Honduras

Aunque el gobierno hondureño ha reportado una reducción histórica en la tasa de homicidios —de 41 a 26 por cada 100 mil habitantes en 2025—, los asesinatos múltiples y masacres siguen en aumento. Según el Observatorio de la Violencia de la UNAH, las víctimas de homicidios múltiples han crecido un 83% en lo que va del año.

Contrastes en la seguridad

• Estado de excepción: vigente desde diciembre de 2022, ha sido prorrogado más de 20 veces. Aunque ha reducido ciertos indicadores, también ha generado denuncias por torturas, detenciones arbitrarias y abusos policiales.
• Extorsión y crimen organizado: siguen afectando a comunidades vulnerables, especialmente en zonas rurales como Atlántida, donde se han reportado más de 100 homicidios en lo que va del año.

El asesinato de Santo Bernardo y su hijastro Ángel Feliberto no solo enluta a una familia, sino que refleja la compleja realidad de seguridad en Honduras. A pesar de los esfuerzos institucionales, la violencia estructural y el crimen organizado continúan cobrando vidas inocentes, especialmente en zonas alejadas de los centros urbanos.