China exigirá título universitario a los influencers que quieran opinar en redes sociales
En China, ser influencer ya no será solo cuestión de carisma o creatividad. Desde octubre de 2025, los creadores de contenido que hablen sobre temas sensibles o especializados como medicina, derecho, educación o finanzas deberán contar con un título universitario o certificaciones oficiales que respalden su conocimiento.
La medida, impulsada por la Administración Estatal de Radio y Televisión (NRTA) junto con el Ministerio de Cultura y Turismo, busca frenar la desinformación y garantizar que la información que circula en línea tenga respaldo técnico y académico. Sin embargo, más allá de la justificación oficial, esta regulación redefine lo que significa “autoridad” en internet y abre un nuevo debate sobre los límites de la libertad de expresión en la era digital.
Durante años, los influencers han sido vistos como voces cercanas, capaces de conectar con millones de personas sin necesidad de títulos ni credenciales. Su poder radicaba en la autenticidad y la confianza, más que en los diplomas. Pero en un contexto global donde las fake news, los consejos de salud sin fundamento y las inversiones fraudulentas se han multiplicado, China decidió actuar.
De acuerdo con las nuevas normas, las plataformas más influyentes del país como Douyin (la versión china de TikTok) y Weibo deberán verificar las credenciales académicas de los creadores que aborden temas considerados “profesionales”. Quienes no puedan demostrar su formación se enfrentarán a sanciones que van desde multas de hasta 100 000 yuanes (aproximadamente 14 000 dólares) hasta la suspensión o eliminación permanente de sus cuentas.
El gobierno chino argumenta que la medida no pretende censurar, sino proteger al público de la desinformación y fomentar un ecosistema digital más confiable. Sin embargo, para algunos analistas, se trata de un paso más en la sofisticación del control estatal sobre la esfera digital.
El debate gira en torno a una pregunta clave: ¿es esta política una apuesta por la educación o una nueva forma de censura política?
Por un lado, la iniciativa responde a un problema real. Un estudio del China Internet Network Information Center estimó que el país supera los 700 millones de usuarios activos en redes, y que uno de cada tres jóvenes confía más en los creadores de contenido que en los medios tradicionales para informarse. En ese contexto, exigir formación académica parece una forma de elevar los estándares y reducir el impacto de la desinformación.
Pero por otro lado, críticos dentro y fuera del país advierten que estas regulaciones podrían limitar la diversidad de voces en línea, ya que solo quienes cuenten con la aprobación del sistema educativo y las autoridades podrán hablar sobre temas complejos. En un entorno donde el gobierno mantiene un control estricto sobre los medios, otorgar licencias de opinión basadas en credenciales también puede servir como filtro ideológico.
Un modelo que podría replicarse
Lo más interesante de esta medida es que, pese a las críticas, ha generado debate internacional. En países donde la desinformación ha tenido consecuencias graves —desde teorías antivacunas hasta fraudes financieros viralizados, algunos expertos sugieren que establecer ciertos requisitos profesionales para influencers especializados podría ser una tendencia inevitable.
La frontera entre “influencia” y “autoridad” está cambiando. Mientras en Occidente la libertad de expresión sigue siendo el valor dominante, en China el modelo digital se está inclinando hacia la regulación por competencias. Este enfoque busca que las redes sociales no solo entretengan, sino que también funcionen como plataformas de información verificable, aunque a costa de limitar la espontaneidad y la pluralidad.
A largo plazo, el experimento chino podría servir como laboratorio para medir qué ocurre cuando el conocimiento se convierte en el nuevo pasaporte para opinar. ¿Será el fin de la desinformación o el inicio de una nueva era de censura tecnocrática?
Por ahora, lo cierto es que el influencer del futuro, al menos en China, deberá tener más que seguidores: necesitará un título.
El auge de los influencers
En el ecosistema digital, los influencers se han convertido en un punto de referencia tan influyente como los propios medios tradicionales. Su capacidad para generar confianza, inspirar estilos de vida y dirigir decisiones de compra ha transformado por completo la forma en que las marcas se comunican con el público. Según datos de Statista, el mercado global del marketing de influencers alcanzó un valor cercano a 10 000 millones de dólares en 2020, y se prevé que supere los 30 000 millones para 2025, reflejando un crecimiento sostenido y acelerado.
Esta expansión no solo muestra el poder económico de la influencia digital, sino también la madurez de un sector que ha pasado de colaboraciones informales a estrategias cuidadosamente diseñadas con métricas de rendimiento, segmentación de audiencias y objetivos de marca definidos. Cada vez más, las plataformas especializadas en marketing de influencers permiten medir el impacto real de las campañas y optimizar el retorno de inversión, profesionalizando un espacio que antes dependía casi exclusivamente de la intuición y la popularidad.
A medida que las redes sociales evolucionan, el valor de los creadores de contenido trasciende la simple promoción, se han convertido en socios estratégicos capaces de construir narrativas, fidelizar comunidades y legitimar mensajes. Este fenómeno ha transformado al influencer moderno en un intermediario clave entre las marcas y el consumidor hiperconectado, marcando una nueva etapa en la economía de la atención.(ncrnoticias.com)
*Con información de Merca20.
