Claves del descalabro electoral de Libre
El desplome de Libre en las elecciones del 30 de noviembre evidenció una crisis interna que avanzó con rapidez. La pérdida de apoyo, los escándalos y las tensiones institucionales explican cómo el partido pasó en solo 4 años de un triunfo histórico a una derrota que redefinió el mapa político hondureño.
El partido Libertad y Refundación (Libre) sufrió un retroceso contundente en los comicios hondureños. La agrupación, que ganó el poder con amplia legitimidad, quedó en tercer lugar tras una campaña marcada por fracturas internas y desgaste político. El análisis de este colapso ha generado debate regional por la velocidad con que se deterioró el proyecto oficialista.
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Un amplio artículo elaborado por el académico Jesús Alberto Erazo y publicado en Impulsando Ciencia, Economía, Educación y Salud describe esta caída como uno de los fracasos más severos para una fuerza progresista en la región durante el siglo XXI.

Nepotismo y ruptura de la narrativa anticorrupción
Las acusaciones por nepotismo se convirtieron en uno de los factores más visibles del deterioro. Un informe del Consejo Nacional Anticorrupción reveló que el número de familiares de la presidenta Xiomara Castro en cargos estatales aumentó 109 % entre 2023 y 2024. Este fenómeno, conocido como el “familión”, afectó de forma directa la credibilidad de la agenda anticorrupción.
La presencia de parientes en puestos clave generó tensiones incluso dentro del partido. La base consideró que las decisiones administrativas se alejaban de la promesa de refundación.

El narcovideo y la controversia sobre la extradición
El video que muestra al entonces diputado Carlos Zelaya reunido con líderes del narcotráfico en 2013 profundizó la crisis. La divulgación del material coincidió con el anuncio del rompimiento del tratado de extradición con Estados Unidos, lo que generó preocupación sobre posibles motivaciones políticas detrás de la decisión.
Carlos Zelaya confirmó la reunión y renunció al Congreso. Sin embargo, la renuncia no detuvo las dudas ciudadanas sobre el manejo de la lucha anticorrupción. El episodio reforzó la idea de un deterioro ético dentro del oficialismo.

Desgaste en la gestión y desconexión con la población
El gobierno enfrentó dificultades económicas y sociales durante su mandato. El cierre de maquilas, la falta de empleos y la crisis hospitalaria redujeron la confianza en la administración. La percepción de que existía una élite oficialista con privilegios aceleró la ruptura con sectores populares que habían respaldado a Libre en 2021.
Durante la campaña, la dirigencia no logró restablecer ese vínculo. La candidatura oficialista no conectó con la base del partido ni con el electorado independiente.
Choques institucionales y señales de concentración de poder
Las tensiones con el Congreso Nacional y con el Ministerio Público alimentaron la percepción de un gobierno confrontativo. Las decisiones del presidente del Legislativo, Luis Redondo, generaron choques con actores políticos, organizaciones sociales, iglesias y medios de comunicación.
Estos conflictos fortalecieron la idea de que Libre gobernaba con un estilo centralizado. La acumulación de disputas institucionales influyó en el ambiente político previo a las elecciones.

Una política exterior sin narrativa clara
El acercamiento a China continental y las señales de una relación más amplia con Rusia marcaron un giro estratégico. Sin embargo, el gobierno no logró construir un mensaje claro sobre los beneficios de esta nueva orientación. Las tensiones con Estados Unidos aumentaron la incertidumbre en sectores dependientes de las remesas.
La falta de una comunicación efectiva redujo la capacidad del gobierno para convertir estos movimientos en ventajas políticas.

Un voto que funcionó como un juicio político y ético
La jornada electoral del 30 de noviembre no solo midió la gestión gubernamental. También se convirtió en un juicio ético para el proyecto oficialista. El electorado castigó la acumulación de escándalos y la percepción de incoherencia entre las promesas y las acciones del gobierno.
Las movilizaciones sociales previas, incluida la marcha por la paz impulsada por sectores religiosos, confirmaron un malestar creciente que se reflejó en las urnas.
Una advertencia regional
El colapso electoral de Libre se convirtió en un caso emblemático en América Latina. La experiencia muestra que la legitimidad política se erosiona cuando se combinan errores de gestión, conflictos institucionales y falta de coherencia ética.
El análisis publicado por Jesús Alberto Erazo subraya que la derrota no representa únicamente el fin de un gobierno, sino un mensaje claro para proyectos progresistas en la región: la confianza ciudadana depende de la consistencia entre discurso y práctica.(centroamerica360)
