Manifestaciones en Israel tras la votación de una medida clave de la reforma judicial
En la noche del 24 al 25 de julio estallaron manifestaciones en Israel tras la aprobación por la Knesset de la ley de «razonabilidad», primer elemento de la reforma judicial. Una veintena de manifestantes resultaron heridos, varios policías tuvieron que ser atendidos y decenas de personas fueron detenidas.
Se manifestaron por decenas de miles, pocas horas después de que la Knesset adoptara la primera parte del proyecto de ley de reforma judicial. En Haifa y Jerusalén, pero sobre todo en Tel Aviv, donde tuvo lugar una de las mayores manifestaciones desde que comenzó la crisis hace más de seis meses.
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La violencia policial en el punto de mira
Se bloquearon carreteras con barricadas improvisadas y se incendiaron neumáticos. Los enfrentamientos duraron más de tres horas en plena noche.
La policía, bajo las órdenes directas del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, líder del partido ultraderechista Fuerza Judía, intentó despejar las vías rápidas, la Begin en Jerusalén y la Ayalon en Tel Aviv, utilizando policía montada y cañones de agua. Y usó en particular un invento local: el Bouache, que rocía a los manifestantes con agua apestosa de colores. La oposición criticó la violencia policial.
En declaraciones a los medios de comunicación con respecto a la controversial reforma judicial, el exprimer ministro Ehud Ólmert afirmó: «Esta es una amenaza más grave que nunca. Nos dirigimos hacia una guerra civil».
«Vamos a seguir luchando»
«Este es el principio del fin», dijo Danny, un manifestante, a RFI. Arbel, de 18 años, estaba furioso: «Es tan frustrante, hemos luchado tanto, hemos invertido tanto, y no pasa nada. Siguen adelante con su reforma sin tener en cuenta a los ciudadanos».
«No nos rendiremos», coreaban los manifestantes mientras bloqueaban una importante carretera de Jerusalén, agarrándose unos a otros mientras intentaban resistir a la violenta policía. Al final, fue el hedor insoportable de los cañones de agua lo que les hizo rendirse.
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Lihi, con la cara empapada, no tenía intención de abandonar la lucha: «Veo lo lentamente que el gobierno está destruyendo este país. Con cada ley, se acerca más y más a la dictadura. Y eso me da mucho miedo. No voy a mentir, he llorado un poco. Pero todo está bien, vamos a seguir luchando».
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, propuso un nuevo diálogo, oferta rechazada de momento por la oposición. Este martes, los médicos entraron en huelga. (rfi)
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