“El Chavo del 8” cumple 50 años


Era el lunes 26 de febrero de 1973 y, sin saberlo, quienes estaban sentados frente a su televisor vivieron un momento histórico: era la primera vez que El Chavo del 8 aparecía por cuenta propia en la televisión mexicana. Fue casi, casi, como si hubiera pasado volando, sostenido de aquellos globos, frente a las ventanas de todos sus hogares. Como para que luego no diga que no le tenemos paciencia.

Casi como un acto reflejo, millones de mexicanos sonrieron con simpatía y pronto se sintieron identificados con esos personajes, vecinos que podían ser los suyos. Pero el fenómeno fue extensivo: sucedió exactamente lo mismo cuando El chavo del 8 fue visto en otros países de Latinoamérica, algo que ocurrió progresivamente en los meses y años siguientes.

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 No solo hubo muchos que vivían en vecindades similares en barrios similares dedicándose a oficios similares y con problemas vecinales más que parecidos. No solo unos pensaban que identificaban a otros en las desopilantes situaciones escritas por Roberto Gómez Bolaños.

No. También estaba el vecino desempleado y deudor viéndose a sí mismo. Estaba la señora solterona, el engreído, el travieso, la pituca misia, el casero comprensivo viéndose en la pantalla desde sus casas en Lima, La Paz, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Medellín, Maracaibo, Valdivia, Melo, Guayaquil, Cusco, Córdoba, Sao Paulo, Santo Domingo, Cali, Tegucigalpa o San Salvador. Se vieron en Don Ramón, Doña Clotilde, en Quico, en el Chavo, en Doña Florinda, en el Señor Barriga. Y a partir de ahí se cimentó su éxito.

Para 1975 sumaban casi 350 millones de televidentes. El Chavo del 8 parecía seguir volando con los globos que le regaló Don Ramón.

Bueno, pero no te enojes

El Chavo del 8 ha sido traducido a 50 idiomas diferentes y transmitido en más de 20 países del mundo. La historia se prolongó desde el 26 de febrero de 1973 hasta el 7 de enero de 1980, sumando un total indeterminado de episodios: algunas fuentes dicen 280, otras 290 y imdb indica 357, aunque luego se regrabaron algunos como segmentos de Chespirito, programa que fue una vuelta al origen que la había llevado a independizarse en 1993, con El Chapulín Colorado.

Durante los casi 7 años de su emisión, la serie fue dirigida por Enrique Segoviano, un dominicano hijo de españoles que huyeron de la dictadura franquista. Tras el fin de la Guerra Civil española, México recibió a muchos antifascistas. Una de ellas fue también la madrileña Angelines Fernández, Doña Clotilde, que luchó contra Franco en el bando republicano cuando era apenas una adolescente.

Convertida en amiga de Ramón Valdés tras unos años en México, fue él quien se la recomendó a Chespirito, a pesar de ser actriz dramática.

Hoy, 50 años después del comienzo de la serie, basta buscar en YouTube –uno de los pocos lugares donde es posible ver algunos episodios- para comprobar lo vigente que sigue el humor de Chespirito, a pesar de que es evidente que hay algunas situaciones que no podrían repetirse en la televisión de hoy.

Si bien su humor es blanco y hasta naif, las bromas que estereotipan por peso o edad, los insultos clasistas o machistas y algunas escenas de violencia –como las cachetadas de Doña Florinda a Don Ramón o los golpes “accidentales”

del Chavo al Señor Barriga- no serían vistos con la misma condescendencia que en los 70 o, incluso, en los 90. “En sus programas había un auténtico bullying –ha dicho el especialista Luis Carrasco, profesor de Comunicación en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM-. Todo el mundo se burlaba de todos, todos contra uno, y era algo muy normal. Y si en esta época se planteara lo que sucedía en esos programas, no creo que fuera tan aceptado o qué tantas críticas pudieran ocasionar”.

Chespirito, por su parte, afirmó alguna vez que “Se puede carecer prácticamente de todo, como le sucedía a El Chavo, que no sabía quiénes eran sus padres, no tenía juguetes ni desayuno, pero que lanzaba un mensaje de optimismo”.

¿Se pondrán alguna vez de acuerdo sus críticos? Bueno, como le dijo alguna vez El Chavo a su tolerante casero: “Lo último que se pierde es la barriga, señor Esperanza” (elcomercio)


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