América Latina: El duelo de las izquierdas


Los sistemas políticos de Cuba, Venezuela y Nicaragua no son referentes socialistas en 2022 para el chileno Gabriel Boric y el peruano Pedro Castillo; impera el realismo

San José. – Llevados a la presidencia de sus países por partidos de izquierda y defensores de un modelo tolerante de pluralismo multipartidista, el chileno Gabriel Boric nunca se inmutó para advertir que Cuba, Venezuela y Nicaragua no son democracias y violan los derechos humanos y el peruano Pedro Castillo para aclarar que tampoco quisiera que en Perú se reproduzcan los sistemas de los regímenes de La Habana, Caracas o Managua. 

El ritmo político del área pareciera marcar el arribo de una izquierda nueva o renovada que fijó límites con la izquierda vieja o rancia: la revolución comunista de Cuba y su irradiación regional desde 1959, la revolución bolivariana de Venezuela con su ascenso en 1999 al poder, vía electoral, hoy hace 23 años, y su socio incondicional de Nicaragua con la supuesta reactivada revolución sandinista (1979-1990) a partir de 2007. 

Boric asumirá la presidencia de Chile el próximo 11 de marzo por cuatro años y sus prioridades serán reformar las pensiones o jubilaciones para incrementarlas, la reactivación económica, el acuciante desempleo, la creciente inseguridad, los líos migratorios en la frontera con Perú, las pugnas territoriales con la etnia mapuche y el ataque al coronavirus. 

Castillo se instaló el 28 de abril de 2021 en la de Perú para un cuatrienio y este año ratificó que sus metas principales son la vacunación contra el Covid—19, los problemas de la profunda desigualdad social— “los hermanos de las zonas rurales, campesinos, maestros, trabajadores”, detalló—, el desempleo y la informalidad laboral y la crisis educativa provocada por la pandemia. 

Ambos ya reafirmaron que tampoco quieren que en sus naciones haya el tipo de gobierno de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Boric fustigó las violaciones a los derechos humanos en los tres países. 

EL CASO DE HONDURAS

La hondureña Xiomara Castro de Zelaya asumió el 27 de enero anterior como la primera presidenta de Honduras y reiteró que, en su mandato de 48 meses, dará preferencia al combate contra la corrupción, la seguridad, los agudos conflictos energéticos, la reestructuración institucional, los impuestos y el empleo, entre otros asuntos esenciales de un país sacudido por la imparable migración irregular a Estados Unidos por México.

Aunque decidió que Honduras reconociera a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela en vez del opositor Juan Guaidó, Castro pareció distanciarse de las proclamas izquierdistas que lanzó 2015 a favor de la revolución venezolana.

“Impera el realismo”, explicó el analista, periodista y escritor hondureño Manuel Torres.

“Castro tiene en su programa de gobierno reanudar relaciones diplomáticas plenas con China, pero el invitado a su toma de posesión fue Taiwán. No por Taiwán, sino por Estados Unidos”, dijo Torres a EL UNIVERSAL.

SOCIEDAD PLURAL DEFINIÓ ELECCIONES

Boric, Castro, Castillo y el mandatario de Bolivia, el izquierdista Luis Suárez, ganaron con “el voto de una sociedad plural y ellos lo saben. Un voto que les favoreció no tanto por razones doctrinarias sino por circunstancias históricas”, agregó.

Si ganan en los comicios de este año en Colombia (mayo y junio) y en Brasil (octubre), la duda es si el colombiano Gustavo Pedro y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva seguirán una ruta de ceguera política para apoyar sin condiciones a Cuba, Venezuela y Nicaragua, acusados de dictatoriales, represores y violadores de derechos humanos.

Atado a los hondos problemas de Bolivia, Arce se ubicó el 8 de noviembre de 2020 en la presidencia y, siempre leal a Cuba, Venezuela y Nicaragua, tampoco adoptó un radicalismo político como el que su mentor, Evo Morales, atizó como presidente de 2006 a 2019.

Boric, Castillo, Castro y Arce representarían una nueva izquierda frente a la que adoptaron Chávez, Maduro, Morales y los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Nicaragua, Daniel Ortega, como fieles a la ruta definida en 1959 en la revolución comunista cubana por los hermanos Fidel (1926-2016) y Raúl Castro.

“Es muy difícil para el nuevo liderazgo latinoamericano afiliarse a un sistema [como el comunista] que ha demostrado convincentemente que no funciona”, adujo el disidente cubano Dagoberto Valdés, religioso, ingeniero agrónomo, científico social, director de la revista digital Convivencia y exmiembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano.

EL CASO DE BORIC

El sistema “empobrece a las naciones donde se implanta y causa un daño antropológico a los ciudadanos que son privados de sus derechos y libertades. En las auténticas democracias deben caber las derechas y las izquierdas que no desemboquen en regímenes autoritarios, populistas o totalitarios”, aseguró Valdés a este periódico.

Para el politólogo, sociólogo y relacionista internacional boliviano Franco Gamboa, profesor de la (estatal) Universidad Mayor de San Andrés, de Bolivia, la elección de Boric “no necesariamente” fue un proceso ligado a “la reconstrucción de los valores de izquierda, ni tampoco con una renovación ideológica”.

“Tiene más relación con la crisis del modelo de economía de mercado en Chile y la decepción con las élites de derecha que nunca quisieron resolver un aspecto central en el sistema democrático: la desigualdad [social]”, adujo Gamboa a este diario.

Boric se enfrentará “a sí mismo y a las élites de derecha para promover la equidad y la igualdad de oportunidades. Estos valores e ideales de aspiración muy fuertes no tienen nada que ver con la ideología de izquierda revolucionaria, utópica, marxista, socialista o de movimientos armados que caracterizó a la ‘izquierda rancia’ desde la revolución cubana”, indicó.

Al plantear que Castillo y Arce “son los síntomas de una izquierda populista e indigenista/indianista”, señaló que buscan “combinar ideales de la izquierda rancia en términos marxistas y de reivindicación con ofertas grandilocuentes de transformación estatal que, en el fondo, es solamente el crecimiento de la burocracia”.

En este panorama, las luces electorales de 2022 se enfocarán en los resultados de la izquierda en las rondas de mayo y junio en Colombia y de octubre en Brasil. (José Meléndez/El Universal)


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