Kevin Pérez Vargas, un héroe que dio su vida por salvar a otros


Honduras llora la pérdida del inspector de Policía Kevin Pérez Vargas, quien falleció en un acto de heroísmo que ha conmovido al país entero. Su muerte, ocurrida en cumplimiento del deber, deja una huella imborrable en la memoria colectiva y en el corazón de quienes valoran el sacrificio por el prójimo.

El trágico suceso tuvo lugar en la residencial Los Arcos de San Pedro Sula, cuando Pérez Vargas se lanzó a las aguas embravecidas de la quebrada La Primavera para rescatar a dos niños atrapados por la corriente. Logró salvar a uno de ellos, pero fue arrastrado junto al pequeño Elvis Eliú Bautista Guillén, de 11 años, quien aún permanece desaparecido.

Tras casi 24 horas de intensa búsqueda, el cuerpo del inspector fue hallado en el barrio Cabañas, a orillas de un quinel. Su primo, entre lágrimas, lo describió como “una persona siempre dispuesta a ayudar”, recordando que deja atrás a sus dos hijos y un legado de nobleza.

Más allá del uniforme

Originario de La Cuesta, Santa Bárbara, Kevin Pérez se desempeñaba como subjefe de la Sección de Investigación de Accidentes de Tránsito (SIAT) de la DNVT. Su vocación de servicio iba más allá de lo policial: recientemente había culminado su maestría en la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH), donde se le rindió homenaje como ejemplo de perseverancia y amor al prójimo.

La UTH expresó:

“Su legado inspira a nuestros estudiantes y egresados a servir con amor y a dejar huella en el mundo.”

Reconocimiento institucional y popular

La Policía Nacional y la Secretaría de Seguridad lamentaron profundamente su partida, destacando que representa la más alta vocación de servicio. En medio del homenaje popular, un ciudadano expresó el sentir del pueblo:

“Murió haciendo el bien. Ofrecer su vida para salvar otras, y más aún la de niños, es un acto que merece el cielo.”

Kevin Pérez Vargas no será recordado solo como un agente de tránsito, sino como un héroe nacional. Su entrega, su valentía y su amor por los demás lo convierten en símbolo de lo mejor del espíritu hondureño: el que arriesga todo por salvar una vida.


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