
Evo queda «hule» en las elecciones de Bolivia al no registrar candidatura
La Paz, 20 de mayo de 2025 – El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia confirmó que el expresidente Evo Morales no podrá participar en las elecciones presidenciales del 17 de agosto próximo, al no lograr registrar su candidatura.
Según el secretario de Cámara del TSE, Luis Fernando Arteaga, los seguidores de Morales intentaron inscribirlo por el Partido de Acción Nacional Boliviano (Pan-bol) hasta la noche del lunes, pero este partido carece de personería jurídica, tras ser anulada a principios de mes por no alcanzar el 3% de los votos en las elecciones de 2020.
Morales, quien gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, optó por Pan-bol tras romper en febrero con el Movimiento Al Socialismo (MAS), ahora liderado por el presidente Luis Arce, su exaliado. Sin embargo, el TSE también ratificó un fallo del Tribunal Constitucional que inhabilita a Morales para un cuarto mandato, al haber ejercido la presidencia más de dos veces, conforme a la Constitución.
El exmandatario, atrincherado desde hace siete meses en el Chapare por una orden de captura en un caso de trata de menores que él rechaza, no se pronunció sobre la decisión. No obstante, sus seguidores anunciaron protestas, incluyendo bloqueos de caminos desde este martes.
Contexto político
La exclusión de Morales reconfigura el escenario electoral en Bolivia, marcado por la polarización entre el MAS y una oposición fragmentada. El TSE registró a 10 partidos, pero dejó en suspenso la candidatura de Andrónico Rodríguez, líder cocalero y considerado el sucesor de Morales, por posibles incumplimientos normativos. Rodríguez lidera las encuestas, seguido por Eduardo del Castillo, candidato del MAS tras la renuncia de Arce a la reelección.
En la oposición destacan Samuel Doria Medina, empresario socialdemócrata, y Jorge Quiroga, expresidente de derecha, junto a otros candidatos de menor peso.
La ausencia de Morales, figura central en la política boliviana, podría consolidar el liderazgo de Rodríguez o abrir espacio para un repunte opositor, en un contexto de tensiones sociales y económicas.
Las elecciones de agosto definirán el rumbo de un país dividido, con el MAS buscando retener el poder y la oposición apostando por capitalizar el desgaste del oficialismo.